Hoy he salido contento del trabajo. Ha sido uno de esos días que te dan un empujoncito para seguir adelante en tu quehacer diario. Uno de esos días tan necesarios como el café a media mañana. Espero que sus efectos estimulantes duren bastante, ya que esas dos son las únicas cosas (aparte de mis hijos, por supuesto) que me elevan el ánimo, porque no introduzco en mi preciado cuerpo sustancias extrañas. Bueno...... ¿el café cuenta?
¡Ah!...... y el chupito de la sobremesa (pecado venial).
En mi instituto estamos desarrollando un Plan de Mellora da Calidade y ayer tuvimos una reunión inicial. En ella se sentaron las bases organizativas, es decir, se presentaron los diferentes grupos de trabajo en los que nos dividiremos.
Uno de ellos tratará de prevención del acoso escolar, tan de moda actualmente (aunque tristemente un viejo conocido entre nuestros alumnos). Otro dirigirá su atención a los temas de disciplina y prevención de conductas antieducativas. Un tercero basará su trabajo en desarrollar la mediación como opción para la resolución de conflictos. Finalmente, el cuarto grupo verá la manera de integrar muchas de estas cuestiones en el currículo de las diferentes asignaturas.
Todo esto parece otro rollo teórico de tantos. Estamos acostumbrados a oir mucha teoría pero, a la hora de la verdad, falla la aplicación práctica. Pues nada de eso:
En mi centro ya tenemos alumnos y profesores mediadores. Ha habido que formarlos primero, claro: la mediación no es llegar, ponerse en medio de las dos personas en conflicto, y hacer de juez. Es algo mucho más complejo. Requiere de una preparación previa y de un cambio de mentalidad en todas las partes, desde las partes en conflicto al propio mediador. Ya se ha estrenado alguno de ellos en la resolución de algún conflicto y parece que todo marcha.
El año pasado se formó un grupo de trabajo sobre el acoso escolar y llevamos a cabo una campaña de concienciación en el centro. Fue un éxito. Aquí prefiero obrar con cautela: las campañas se notan mucho, pero el alumno acosado es silencioso y no hace notar su problema. Nunca sabremos a ciencia cierta cuántos de ellos encuentran solución a su desesperación. Habrá que seguir trabajando en esa dirección.
Por otra parte, y en cuanto a los temas de disciplina, tenemos la gran suerte de contar con una compañera extraordinaria, nuestra Jefa de Estudios. Nunca he conocido (y he pasado por varios centros ya) a un jefe/a de estudios que se conozca de tal guisa la situación personal de cada uno de los alumnos. Es impresionante la capacidad de trabajo que tiene. Además, lleva su labor de una manera óptima, castigando cuando debe y negociando cuando puede, de manera que casi siempre se lleva el gato al agua. Así, y tras analizar las estadísticas, tipología y causas de los conflictos habidos el pasado año, uno puede apreciar que, cuando se trabaja bien, se recogen frutos.
Un dato esclarecedor: de todos los alumnos apercibidos por escrito el año pasado, la mitad de ellos no lo fueron nada más que una vez. Es decir, no reincidieron. Otro importante número de alumnos recibieron únicamente uno o dos partes más. Y la mayor parte de los apercibimientos (casi un 80%) recayeron en los mismos alumnos de siempre, que representan un 5% del total.
El año pasado apercibí a un alumno por una tontería (de esas cosas sin importancia pero acerca de las que hay que dar una pequeña lección al alumno, más que nada para enseñarle unas pautas básicas de comportamiento). De los apercibimientos anteriores ni me acuerdo.
En todo caso, no nos miremos demasiado el ombligo y bajemos a la Tierra. El peligro está siempre latente, no podemos relajarnos. Debemos seguir trabajando para conseguir erradicar todos los problemas de convivencia que tan negativamente influyen a su vez en el rendimiento escolar de nuestros alumnos. ¿"Todos"?.... ¿una utopía?. Por supuesto. Hacia las utopías hay que dirigirse, para poder avanzar en el camino correcto. Si no, tomaremos el camino de al lado, el equivocado, o puede que no tomemos ningún camino y nos quedemos como estúpidos en el cruce sin saber qué hacer, esperando a un ángel que nos ayude.
Mi instituto es un centro de extrarradio que ha tenido que soportar una pésima fama durante unos años. Nos está costando limpiar esa capa ignominiosa vertida sobre nosotros, pero poco a poco lo estamos logrando (de este tema de las famas de los centros prometo hablar en otro artículo). Muchos de los que no nos conocen siguen percibiendo esa imagen negativa, pero nuestros alumnos y sus padres, además de los compañeros que han pasado por aquí, valoran su estancia en él de una manera totalmente positiva. Yo me quedo con eso. Gracias a todos.
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